El despertar de las actividades
culturales y civiles que, especialmente en el siglo xi y luego más tarde, había
ido acentuándose, se manifiesta con sus particulares caracteres de los siglos
xv y xvi, siglos del humanismo y del renacimiento. La antigüedad habría
producido una completa revolución caracterizada por el descubrimiento del
hombre, por una renovada educación humanista, por la exaltación del individuo,
por una fundamental inspiración laica y mundana y por fuertes acentos
inmanentes que no podían dejar de significar por lo menos una posición
arreligiosa. La aspiración de fundar un único cuerpo de doctrina cristiana,
valedero para la cultura y la vida, el culto de la tradición y la consiguiente
tendencia al esteticismo medieval, dejaron paso a una civilización que no
quería ser solamente cristiana, sino esencialmente humana.
Una eminente función mayéutica,
por cuanto invita a ascender a su nivel espiritual, sacando fuera de los
hombres cuanto en ellos hay de más elevado y haciéndolo digno de superior contacto
con los pensamientos y las acciones ejemplares. Lo que se rechaza no es la
religión, sino todo lo más, el espíritu rigurosamente ascético y monástico con
que aparecía a veces en la educación medieval. Pero la interpretación de la
manera de concebir la vida y la misma fe religiosa había cambiado en el sentido
de una mayor conciencia del valor de la vida presente, de una más acentuada
importancia de la propia personalidad natural, de una más acentuada importancia
de la propia personalidad natural.
Estimulaba el gusto por el arte,
y aquella armonía humana que en la Hélade y en Roma había celebrado su
triunfo, daba la posibilidad de desahogar, en una espiritualidad refinadamente
estetizante, un ideal ético centrado en los valores del individuo, de la
persona, de la libertad y de la naturaleza. El propósito de formar
personalidades completas y libres, desarrollando en el hombre todas sus
facultades y energías. el sueño clásico de la armonía y del equilibrio
implica, como finalidad educativa, el desarrollo y la organización del
autodominio de todas las actitudes físicas, intelectuales y morales.
La laicización de la cultura
trajo como lógica consecuencia de la progresiva difusión de las escuelas
laicas. En los siglos xv y xvi no se pensaba aún en una escuela irreligiosa o
arreligiosa. Algunos personajes importantes:
· El
dominicio Giovanni Dominici
· Jeronimo
Savonarola
· San
Bernarnido de siena
· Guarino
Guarini de Verona
· Vittorino
Rambaldoni de Feltre
· Pier
Paolo Vergerio
· Jacobo
Sadoleto
· Mateo
Palmieri
· Leon
Batista Alberti
· Baltasar
Castiglione
· Giovanni
Della Casa
Evito siempre los escollos
tremendos del ascetismo y las asperezas de la maceración, bien es verdad que
todos los humanistas entendían la nobleza no como un estado originado por el
nacimiento, sino como una conquista del individuo que con el esfuerzo personal
ha logrado afinar sus dotes personales con el estudio y la cultura adquirida, y
así se hace merecedor de poder aspirar a la gloria y la inmortalidad en la
memoria de los hombres. En efecto, Guaraní acogía y educaba caritativa e
incluso gratuitamente a un número de escolares pobres, imitado en esto por Victorino.
El ideal de un desarrollo completo y armonioso de la personalidad impulsó a los
dos educadores a dedicar una atención particular a la educación física.
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